River se dio un lujo, vivió un festín de esos que se dignaba a darse cuando era múltiple campeón y que se distancian muchísimo de su realidad de hoy, en la B Nacional. Atlanta poco pudo hacer ante el nivel mostrado por los de Almeyda que, en una muestra de que se puede ganar, gustar y golear, marcaron un 7 a 1 para la historia.
Más de doce años tuvo que esperar el hincha millonario para volver a ver a su equipo convertir más de siete goles. Y más allá de que haya sido en el Nuevo Gasómetro con sólo socios disfrutando del espectáculo que brindaron, rememoró momentos épicos.
Atlanta, paradójicamente, era el rival al que más veces había goleado la Banda. La primera en el 34 cuando era una fusión con Argentinos, y las tres veces restantes en la década del ’40, donde se destacó “La Máquina”, para ser más explícitos.
Lo cierto es que hasta el Clausura de 1999 hay que remontarse para ver a River vencer 8 a 0 a los gimnastas jujeños, con dos del colombiano Ángel, dos de Cristian Castillo, dos de “Pipa” Gancedo, uno de Rambert y otro de Leo Ramos en el Monumental. Ese es el antecedente más próximo.
Ayer los súbditos de Passarella conformaron un cuadro para el recuerdo. Con tres del enorme Fernando Cavenaghi, uno de Ocampos, uno de Aguirre, uno de Ríos y otro de Bordagaray los riverplatenses se despacharon, sólo concediendo un penal infantil que Abel Soriano canjeó por el descuento.
Graves desajustes evidenció el conjunto de “Vitrola” Ghiso. Errores al por mayor, espacios abiertos, inferioridad física y baja capacidad de reacción ante la prematura desventaja sufrida sentenciaron el marcador definitorio.
Obviamente sin restarle méritos al ganador que tuvo en Ríos un enlace más dinámico, activo y que sobre el cierre consiguió sacarse la mufa de festejar en reemplazo del ausente “Chori” Domínguez. A Cavenaghi haciendo honor a su apodo, un “Torito” adentro del área, preciso y poniendo en manifiesto toda su capacidad técnica como cuando se la pinchó por encima a Llinás. A Chichizola como una seguridad importantísima en el arco, comenzando a adueñarse de esa posición en la cancha; pero lejos de sobresalir por un jugador en particular River fue un equipo sólido, sin fisuras, contundente y que se pudo divertir, haciendo referencia a la tranquilidad con que logró desenvolverse para regalarse un éxito de tamaña magnitud.
Ahora nada le sacará la sonrisa hasta el fin de semana cuando deba, nuevamente, defender la punta del campeonato…
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